Queridos amigos,

Hoy traemos un nuevo artículo de Elena Rubio, de www.eneacoachingpsicologia.com que nos hace una sincera reflexión sobre un tema en el que todo el mundo opina sin a veces conocer las circunstancias de cada caso personal.. Os invito a leerlo y seguir su trabajo en su página de Facebook. 

Ahí va!

________________________________

Al rincón de pensar… ¿o de acatar?

Está muy extendido, tanto en colegios como en los hogares, que cuando un niño hace algo mal (pegar, insultar, no recoger, romper algún juguete u otro objeto de casa…) se le manda al rincón de pensar, para que reflexione, se dé cuenta de lo mal que lo ha hecho y vuelva a su rutina.

nino-triste

¿Cómo de efectivo es esto? El cerebro de los niños está en pleno proceso de desarrollo y maduración (hasta los 20 años… ahí es nada). En sus primeros años impera su parte más emocional / irracional, y con los años, se va desarrollando ese lado más racional. Ellos solos no tienen la capacidad de “pensar” que nosotros les pedimos en ese rincón mágico. A menudo ha funcionado porque el niño nos ha dicho “Ya he pensado. No voy a volver a hacerlo. ¿Puedo irme a jugar ya?”. Pero, ¿realmente nos ha quedado la sensación de que ha aprendido y no va a volver a hacerlo? Bien es cierto que puede ayudar a poner fin una situación que no deseamos, pero debemos plantearnos qué aprende realmente el niño en esa situación.

Cuando hago algo  que enfada a mis papás, me castigan y tengo que pensar. Y si digo “lo siento”, o pido perdón, vuelvo a jugar y a otra cosa:

  • Para empezar, asocian castigo con pensar, cuando el pensar debería ser un concepto positivo que deberían apreciar y valorar siempre.
  • Aprenden que con decir “lo siento”, pedir perdón o recoger a regañadientes, todo vuelve a la normalidad.
  • No aprenden a identificar por qué han hecho lo que han hecho, qué les ha llevado a hacerlo, y algunos casos, si sus actos conllevan unas consecuencias.
  • Su autoestima se puede ver mermada, si se quedan con la idea de “Soy malo, y por eso me castigan aquí a pensar. Pero siempre me pasa lo mismo… debo ser tonto. Ya me lo dicen todos…” Finalmente, terminan acatando la norma sin entender por qué, ni ayudándole a enmendar su error desde la comprensión.

 

Desde aquí queremos plantear una manera diferente de actuar ante esas conductas concretas de los niños que queremos que dejen de hacer, aprendiendo a desarrollar su inteligencia emocional. Tal vez a corto plazo parezca menos efectivo, y lleve más tiempo conseguirlo, pero a largo plazo para el niño será mucho más beneficioso. Pongamos un ejemplo para verlo más claro.

Pedrito, una vez más, ha empujado a su prima Laura, más pequeña, que quería jugar junto a él. ¿Cómo debemos actuar en este caso?

  • Ponte a su altura, y con voz firme, le explicas que no está bien pegar.
  • Trata de ponerle palabras a sus emociones: “Lo que ha pasado es que estabas jugando y ha venido Laura y te ha molestado, por eso te has enfadado, ¿verdad? ¿Creías que te iba a quitar los juguetes?”
  • Hazle ver que a veces pasan cosas que no nos gustan o molestan: “ Pedro, puede que te moleste, no pasa nada”.
  • Plantéale una alternativa al empujón: “Cuando esto te pase, puedes probar a jugar con ella, y si no te apetece, se lo dices. Si no te hace caso, porque es muy pequeña o simplemente, te ignora, puedes coger el juguete que estabas utilizando, e irte a otro sitio. Pero en ningún caso, puedes pegar o empujar a nadie.”
  • Asegúrate de que te ha entendido: “Entonces Pedro, ¿qué es lo que pasa cuando alguien nos molesta? ¿Y qué tienes que hacer tú?”
  • Y por último, plantéale una consecuencia de ese acto: “Así que, si cuando pase esto tú vuelves a empujar a Laura o a otro niño, papá y mamá van a tener que apartarte para que no sigas aquí jugando mientras pegas.
  • Hay que darle la oportunidad de rectificar su comportamiento, una vez explicado todo esto. De no ser así, deberemos cumplir con la consecuencia que le hemos propuesto, y hacerle ver que él es el responsable de que esto ocurra, y no que impones tú el castigo porque tú lo decides. “Bueno Pedro, como hemos dicho que si volvías a empujar a Laura, tendrías que dejar de jugar aquí, ahora tendremos que irnos de aquí”.

Pero sobretodo, aunque con firmeza, siempre tendremos que hacerles ver que le queremos, incondicionalmente, a pensar de estos comportamientos, que tendrá que ir cambiando, con nuestra ayuda, paciencia, esfuerzo y tenacidad.

Mil gracias Elena por tu excelente colaboración como siempre.

Firma y web
¿Te ha gustado este artículo? Me encantaría que nos dejases un comentario contándonos cómo fue tu caso, si sentiste en alguna ocasión ese sentimiento de culpa, críticas o falta de apoyo en tu entorno.Si te ha gustado el artículo te invito a compartirlo y si quieres también  puedes suscribirte aquí  a la lista de correo, recibirás un estupendo regalo y te avisaré de todas las novedades. Gracias de corazón.

Un abrazo.

Dame tu email para recibir tus tres regalos

 

 

  •  Mi mini ebook “Empieza a signar con tu hijo”, en el que descubrirás la magia de la comunicación temprana con tu bebé.
  • Master Class sobre Inteligencias Múltiples, que te hará cambiar el punto de vista a la hora de observar a los niños y descubrir todo su potencial.
  • Regalito sorpresa sobre Pedagogía Montessori, ¡déjame enviártelo para descubrirlo cuanto antes!
  • Este campo es un campo de validación y debe quedar sin cambios.