Hace más de 2.000 años, los celtas celebraban el Samhain (final del verano), una celebración que simbolizaba la finalización de la recogida de la cosecha y el inicio del invierno.
Pero además, era una noche de profundo significado espiritual… Pensaban que durante esa noche los muertos visitaban el mundo de los vivos. Encendían hogueras, dejaban ofrendas y se disfrazaban quizá para protegerse de los espíritus errantes.
Con la llegada del Cristianismo, se eligió el 1 de noviembre para celebrarse el Día de Todos los Santos, y la noche anterior, es decir, el 31 de octubre, empezó a ser la noche de la víspera: All Hallows Eve (de ahí se derivó a Halloween).
Durante la Edad Media, los niños pobres hacían el sovling: pedían el “soul cake” (pan de almas) en las puertas de las casas ofreciendo a cambio oraciones por sus difuntos, y de ahí surgió la expresión de trick or treat (truco o trato).
Rose Eveleth explica en Smithsonian que los celtas creían que, a medida que pasáramos de un año a otro, los muertos y los vivos se superpondrían y los demonios volverían a vagar por la tierra. Por tanto, disfrazarse de demonios era un mecanismo de defensa, del mismo modo que encender hogueras y ofrecer comida como regalo.

La leyenda de Jack
Halloween no sería lo que es hoy sin las famosas calabazas huecas e iluminadas, pero este elemento de la festividad es relativamente reciente: se remonta al siglo XIX, (además, al principio ni siquiera era una calabaza, sino un nabo).
En 1836 se publicó en el periódico irlandés un cuento titulado Stingy Jack (Jack el Tacaño). Trataba de un hombre muy astuto llamado Jack que tenía ciertos problemas con la bebida y al que no le gustaba gastarse el dinero.
Engañaba a todos, e incluso resultó ser más astuto que el Diablo. Cuando murió no fue aceptado ni en el cielo ni en el infierno debido a todo lo que había hecho en vida. El Diablo le condenó a vagar eternamente, y le ofreció un carbón ardiente que colocó dentro de un nabo hueco para que iluminara su camino. Así nació la figura de Jack o´lantern.
Esta tradición llegó a Estados Unidos de la mano de los emigrantes irlandeses, y se mezcló con otra costumbre que ya había allí y en la que los niños vaciaban calabazas y abrían agujeros a la altura de los ojos para usarlas como máscaras. Y esta parte viene de un cuento gótico de 1820: la historia de Washington Irving (La leyenda de Sleepy Hollow,) que trataba sobre el fantasma de un soldado de la Guerra de Independencia que, supuestamente, cabalga por la noche en busca de su cabeza perdida, usando una calabaza en su lugar hasta que pudiera encontrarla.
Así, en Irlanda y Escocia se tallaban nabos y remolachas con rostros aterradores, pero al llegar a EEUU se dieron cuenta de que las calabazas eran más fáciles de rellenar y tallar, por lo que se quedaron con este elemento.

De Samhain a Halloween
Así fue como Halloween terminó transformándose en una fiesta popular de dulces, disfraces y calabazas iluminadas que acabó extendiéndose por gran parte del mundo occidental
Quiero mencionar que en México, país en el que tuve oportunidad de vivir y que me enamoró por completo, se celebra el Día de Muertos, una mezcla de tradiciones prehispánicas y católicas. Las calles se llenan de flores naranjas, se adorna el ambiente con calaveras decoradas, se hacen ofrendas, se prepara el pan de muerto, se ponen velas y se hacen altares con el retrato de los seres queridos, con comida para que sintamos que festejan con nosotros. La película de Disney Coco lo representa bastante bien.
Sea como sea la celebración, estas fechas están llenas de reuniones familiares, celebraciones, algo de misterio y diversión, pero debemos recordar que en sus raíces sigue habiendo un recordatorio de nuestra relación con la vida, la muerte y el cambio de las estaciones, por lo que hay que vivir cada día como si fuera el último y estar siempre dispuestos a practicar la humildad y la gratitud.

¿Cómo enfocar esta tradición con nuestros niños y niñas?
Del fuego celta a las calabazas iluminadas, Halloween nos recuerda la importancia de mantener vivas las tradiciones.
Para mí, lo más importante de todo es el respeto, así que en función de la edad que tengan nuestros peques les contaremos de una forma más o menos profunda estas leyendas y, sobre todo, no les provocaremos miedo ni les obligaremos a disfrazarse si no quieren.
En este otro artículo te explico mi punto de vista sobre el tema:
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