Hola, amigos y amigas de Tu Guía Montessori:

Hoy tengo el placer de entrevistar a Cristina Rincón, maestra de Educación Infantil, asistente Montessori y psicomotricista en el colegio San Viator de Vitoria-Gasteiz. Lleva varios años implantando una Educación Infantil basada en el respeto al niño y sus procesos, en el desarrollo de la personalidad y el autoaprendizaje.

Tenía muchas ganas de hacer esta entrevista para desmentir algunos mitos sobre la pedagogía Montessori. Además, también me apetecía aportar algo de luz a los maestros y centros interesados en llevar a la práctica la pedagogía Montessori en sus aulas.

Te recomiendo que te tomes un tiempo para leerla detenidamente, porque es maravillosa y contiene muchísima información de valor.

Imagen de cómo podemos transformar un aula tradicional en un ambiente preparado Montessori para Educación Infantil

Las limitaciones del sistema tradicional para el desarrollo infantil.

¿Nos cuentas un poco cómo era antes tu aula y cómo te sentías?

Para hablar de mi aula voy a referirme a dos aspectos. Por un lado, el continente y, por otro lado, el contenido. Entendemos el continente como lo externo, lo estético, lo que sostiene y el contenido como lo de dentro, la metodología, lo que se vive.

A nivel de continente mi aula era un aula tradicional normal dentro de un colegio concertado y religioso. Era un colegio que en su origen solo contaba con las etapas de E.G.B y BUP y que posteriormente introdujo la etapa de Infantil.

Comento este dato porque me parece interesante con el fin de entender que las necesidades de la etapa de Infantil se cubrieron desde la mirada de una dirección que solo conocía etapas superiores . Así, se valoró que como cualquier otra aula necesitaría el mobiliario estándar: una mesa del profesor, una pizarra, un mueble para material docente y pupitres. No es hasta la incorporación de la metodología por rincones que se dota de 5 muebles a las aulas de Infantil. Está claro que dotar de ese mobiliario a un aula de Infantil habla del poco conocimiento que existía entonces sobre la etapa y sus necesidades.

Existía una escasez de mobiliario importante, que provocaba el agolpamiento de unas cosas encima de otras, dando una sensación de camarote desordenado. Además, las paredes estaban forradas a penachos de un terciopelo multicolor y toda la carpintería era oscura al igual que el suelo.

A todo esto, se le sumaba la tendencia de poner mucho en las paredes, a modo de decoraciones. Abundaban los paneles de rutinas, de números y de letras, provocando una sobrecarga visual y sensación de desorden permanente.

A nivel de contenido, en el aula convergían dos metodologías; por un lado, la de fichas o cuadernillos y, por otro lado, la de rincones. La primera parte de la mañana consistía en realizar las fichas todos a la vez con una posterior corrección y después jugar en los rincones donde encontraban el material.

A nivel de material, había un cierto acondicionamiento de juguetes, puzles, juegos, elementos de plástica. Guardábamos todos estos elementos en los cinco maltrechos muebles, agolpándolos donde podíamos.

Partiendo de la base de que el espacio no estaba en absoluto pensado para los niños de Infantil y que no había dinero para materiales, encontrábamos refugio en las fichas.

Yo sentía que no partía de los intereses de los niños. Además, les obligaba a hacer a todos lo mismo y al mismo tiempo y supervisaba sus trabajos para darles una corrección. No respetaba sus ritmos, ni intereses y seguramente promovía la competencia entre ellos. Por no hablar de la fiscalización del trabajo de los niños al mandar mensualmente las fichas a casa.

Yo me sentía como un adulto que supervisaba y corregía el trabajo de los niños. Pasaba la mañana apagando fuegos y resolviendo aspectos de un espacio que no estaba diseñado. Me sentía un adulto atrapado en diferentes problemáticas a lo largo de la mañana por falta de análisis y diseño previo.

Por lo general, cuando llegas a un centro nuevo lo primero que intentas es acoplarte y encajar. Una manera de lograr ese objetivo es asumir que las cosas son como son. 

Poco a poco, caemos en el convencimiento de que las cosas no pueden ser de otra manera y en ese convencimiento influyen muchos factores. Lo que yo llamo el mundo de los factores donde se encuentran, por ejemplo, el económico, el del tiempo, el de las ganas, el de la ilusión, el de no saber por dónde empezar, el de no saber qué camino tomar, el de no saber siquiera que hay diferentes caminos a tomar, el de “yo aquí vengo solo a trabajar y me voy” o el de “esta no es mi casa”.

Yo vivía, como todas, en ese mundo de los factores. Yo, como todas, me esforzaba en decorar la clase, en tenerla bonita, recogida, en administrar bien mis 60 euros anuales para material, en subir al camarote de casa de mis padres en busca de algún juego de cuando era pequeña, en innovar en algún aspecto por supuesto, en lidiar con mis malestares, en formarme y en convivir con mi realidad de la mejor manera posible durante 10 años hasta que Montessori llegó a mi vida.

La llegada de Montessori: aire fresco para el docente y pasa sus alumnos

Te formaste como asistente Montessori AMI con Guadalupe Borbolla en Vitoria-Gasteiz. Luego te fuiste a Galicia para hacer otra formación con Céline Haumery y descubriste a Ainara Muruzabal y su espacio de formación en Huarte (Navarra).  ¿Cuéntanos cómo llegó Montessori a tu vida y cómo fue este camino de aprendizaje? ¿Crees que encontramos Montesssori en una fase de crisis vital en la que andamos buscando inspiración?

Tengo que decir que comparto esa mística idea de que, por muy perdida que estés cuando te enfocas de verdad en algo, la vida encuentra la manera de ponerte el camino delante.

Montessori llegó a mi vida cuando andaba buscando, pero no sabía qué. Cuando sabía que me faltaba de todo pero no sabía dónde buscar.

Había empezado a ver videos de aulas Montessori y me quedaba embobada viendo el vals que se celebraba en esas aulas. Pensaba para mis adentros que, si todos los niños del mundo son niños a fin de cuentas, por qué los míos no podían estar así. Entonces apareció la oportunidad en mi propia ciudad.

Ejemplo de un ambiente mal aprovechado, con mobiliario inadecuado y materiales amontonados por falta de recursos y de optimización del espacio.

Como bien comentas me formé con Guadalupe Borbolla que es una grandísima guía con la que disfruté de una formación profunda y clara. Supo transmitir la esencia más pura de la metodología Montessori.

Mi profunda formación en práctica psicomotriz Aucouturier me llevó a sufrir un gran choque de pensamiento con las nuevas enseñanzas. Me encontraba, como bien explica Vygotsky, en el área de desarrollo próximo: esa zona donde se encuentran los conocimientos previos y los nuevos para crear un nuevo aprendizaje. Tengo que ser sincera y decir que los primeros días de la formación me sentí como esos caballos que se amansan poco a poco.

En la formación que hice con ella no se muestran los materiales. Realmente, se debe a que te estás formando para desempeñar otro papel en el aula y por eso viajé a Galicia.

Allí tuve la oportunidad de conocer a otra estupenda guía, Celine Haumery.  En esta formación conocí los materiales, pero, sobre todo, llegué a sentir que Montessori era una manera de vivir, de mirar, de estar, de hablar, de relacionarme conmigo y con los demás. Quedé prendada de todos y cada uno de los materiales.

En Galicia me hablaron de Ainara Muruzabal, una guía Montessori experta en el acompañamiento de escuelas en su transformación.  Ainara ha sido la guía con la que me formé durante 2 años y con quien llevé adelante el cambio en mi aula y posteriormente en toda la etapa. A través de la formación presencial en su espacio de formación para adultos en Huarte (Navarra),sentí lo que los niños experimentan en un ambiente preparado. El descubrimiento, las emociones, el asombro, la necesidad de conocimiento. Viví momentos maravillosos como, por ejemplo, entender de manera sensorial la raíz cuadrada, la formación del cuadrado, del cubo o de las fracciones. Observé un pez y una flor por primera vez en mi vida. Entendí la formación del universo de una manera que no se me olvidará en la vida. Me llevé de allí entendimientos que me servirán para toda mi vida.

Implementar Montessori en un aula de educación infantil partiendo del sistema tradicional

¿Cómo ha sido el proceso de transformación de tu aula? ¿Llevas muchos años? ¿Contaste con el apoyo del equipo directivo? ¿Crees que hay diferencias si se trata de un colegio público, privado o concertado?

El cambio total de las 9 aulas me ha llevado 5 años. La transformación ha sido muy potente. Por un lado, la formación de toda la etapa y los acompañamientos presenciales en la escuela por parte de Ainara Muruzabal. Por otro lado, la confección de los álbumes y la introducción paulatina de pequeños cambios en las aulas. Un ejemplo de este caso es el uso del tapete, las bandejas y las presentaciones. Por último, el diseño de espacios a través del análisis y la reflexión.

Al tiempo que me formaba, iba redactando el proyecto que presenté en el equipo directivo del cual formaba parte, lo que fue de gran ayuda. También lo presenté a los clérigos de la congregación, que confiaron en mí para llevarlo adelante y me dieron los recursos económicos necesarios.

Aula completamente transformada para la pedagogia Montessori en educación infantil.

No conozco muy bien el funcionamiento de la escuela pública, pero a través de las redes me he hecho eco de un montón de escuelas públicas que están posibilitando el cambio. También conozco otras que les está costando mucho y otras que lo ven imposible. Por lo tanto, quizás, en escuelas concertadas sea algo más fácil conseguir lo necesario para sacar este tipo de proyectos adelante.

¿Por qué decidisteis comenzar por un aula piloto? ¿Se hizo una inversión inicial? ¿Por parte del colegio?

Comencé con un aula piloto a fin de poder materializar mi visión, demostrar el cambio a través del ejemplo, hacer todo el trabajo de campo de análisis, reflexión, elección del mobiliario, búsquedas de proveedores… y así facilitar el trabajo a mis compañeras.

Además, la inversión inicial por parte de los clérigos se presupuestó para un aula. Si todo iba bien, se presupuestarían cada curso escolar 3 aulas más.

Creo que una de las creencias más extendidas es que Montessori es una pedagogía elitista solo accesible a determinada clase social. Los colegios son caros, los materiales también... Sin embargo, he podido comprobar de mi propia mano cómo algunos colegios que están desarrollando proyectos de transformación han evaluado lo que se gastaban en libros de texto de editoriales y material fungible, y a largo plazo al final la inversión paulatina en materiales es más rentable. ¿Cómo podemos cambiar esta idea?

Como bien apuntas, la creencia de que Montessori es una pedagogía elitista está muy arraigada y extendida. Paradójico, ya que Montessori dejó su método libre como legado a la humanidad. Gracias a eso podemos poner Montessori a una caja, a una mesa o a una planta.

Montessori no es elitista, la han hecho elitista. Lo único que podemos hacer es intentar transformar esa creencia, democratizando cambios como el mío y como el de un montón de profesoras que se ponen en contacto conmigo a través de Instagram. Se trata de profesoras que están llevando cambios parecidos o mucho más potentes en sus aulas y tantas otras que están empezando a promover su transformación.

Lo que comentas de destinar el dinero de libros de texto a la compra de material Montessori es exactamente lo que hice en mi etapa.

Las familias se gastaban unos 100 euros anuales en la compra de unos cuadernillos y sus cuentos. Los cuadernillos de fichas se utilizaban mensualmente y a ellos se les sumaba las fotocopias de fichas extras o complementarias.

Este presupuesto anual se redujo a 25 euros anuales para las familias. Junto con la cantidad inicial por aula para la compra de material Montessori de 1200 euros por parte del colegio, hablamos de un buen presupuesto.

De esta manera, cada aula partió con una base de material Montessori a la que se le sumaban anualmente 600 euros para la compra de todo lo necesario para conformar el ambiente preparado. No hay que olvidar que para montar un ambiente preparado no solo hace falta los materiales Montessori. Hay, además, una infinidad de materiales como vajilla y utensilios de cocina, tapetes, bandejas, botes, cestos, trapos, cajas, cajitas, organizadores y un largo etc.

Este nuevo enfoque de administración económica, se mire por donde se mire, solo trajo beneficios a la etapa. No solo porque redujimos el presupuesto anual de las familias, si no porque  también evitamos que esa inversión en cuadernillos de un solo uso, que en su mayoría acaba en el cubo de la basura, se transformara en material duradero y reutilizable. Es decir, las familias sintieron que ese desembolso dotaba a las aulas de un material anual reutilizable, duradero, noble y rico para los niños de Infantil.

En tu perfil de Instagram has publicado un vídeo en el que explicas cuál puede ser la inversión en mobiliario para crear un ambiente preparado en el aula, mucho más accesible a lo que pudiera parecer en un momento. ¿Crees que realmente el tema del presupuesto puede llegar a frenar un proyecto que de verdad merece tanto la pena?

Como nos cuenta Catherine L’ Ecuyer en su libro: “Montessori ante el legado pedagógico de Rousseau”, página 45:

El sistema educativo montessoriano, como cualquier otro sistema, es una combinación de unos principios (una filosofía, un espíritu, unas creencias, una postura pedagógica, etc.) y de unos métodos (una forma de hacer, unos materiales, un sistema, unas reglas para los maestros y para los niños etc.)

Catherine L’Ecuyer

Sin presupuesto podemos aplicar los principios como su filosofía, su espíritu, su postura pedagógica, y ciertos aspectos del método como su forma de hacer o las reglas para los maestros y los alumnos.

Con presupuesto podemos tener los materiales y su sistema de ambiente preparado.

Creo que se puede empezar a hacer Montessori sin presupuesto, pero creo también es un buen revulsivo contar con presupuesto para continuar con el cambio.

Cambio con 0 presupuesto, por ejemplo, empezar a utilizar las presentaciones como recurso pedagógico.  Puedes empezar a presentar los juegos que tengas. También ordenar los juegos en las baldas, ordenar las pinturas por colores, presentar los ejercicios preliminares para funcionar mejor en el aula, sentarte a analizar qué no funciona en tu espacio y apuntarlo, aprender a observar, llevar a las reuniones propuestas para retirar los cuadernillos, pedir más presupuesto, pedir ayuda a las familias, …

Cambio con algo de presupuesto, por ejemplo: puedes comprar unos tapetes, unas bandejas, cajitas, cestos, una planta, algo de vajilla, algún material, …

Cambio con presupuesto, por ejemplo: comprar los materiales Montessori de cada área y comprar mobiliario.

Con esto quiero hacer ver que quizás a alguien que le dan el espacio con el mobiliario y los materiales siente una gran carencia y alguien que no tiene presupuesto atesora una gran riqueza y capacidad de aplicar filosofía Montessori.

¿Nos puedes explicar en qué consiste el estudio de los recorridos de los niños y porqué es tan importante hacerlo como paso previo al diseño del ambiente preparado? Para los maestros que nos están leyendo que quieran aprender sobre esto, ¿dónde o con quien podrían formarse?

La primera vez que oí hablar de los recorridos de los niños fue a mi formadora, Ainara Muruzabal. Ella me dio a conocer las claves necesarias para poder realizar un buen diseño y así crear realmente un espacio funcional para trabajar. Por eso siempre la recomendaré para la formación de profesorado y la transformación de espacios escolares. Su contacto es @aprenderlachispa.

Estas claves hicieron que yo diseñara un espacio que apenas ha sufrido modificaciones a lo largo de estos años. Entender y aplicar las claves del diseño de espacios Infantiles te ahorrará estar continuamente moviendo muebles, juntando muebles, girando muebles y cambiando cosas de sitio, etc. en mitad del curso escolar. Es importante romper la idea de que diseñar un espacio es tirar las paredes o rellenar metros cuadrados con muebles bonitos.

El buen diseño comienza por el estudio de los recorridos de los niños desde que entran por la puerta hasta que se marchan.

Proyecto de transformación Montessori del sistema educativo tradicional y un aula Montessori con materiales, mobiliario y luz natural adecuados.

Lo importante es hacerte con un buen cuaderno con el que vayas a estar a gusto porque se va a convertir en tu fiel compañero. En este cuaderno vas a recoger muchos aspectos, reflexiones, apuntes, números de teléfono, insertarás hojas, recortes, etc.

Uno de esos aspectos que va a recoger ese cuaderno son los recorridos de los niños. El recorrido de entrada, el de salida, el de ir al baño, el de dejar lo que traen de casa, el del almuerzo, el de la carpeta, el de contar el cuento, el de los desplazamientos, el de lavarse las manos, el de beber agua, el de usar celo, la grapadora, el de acceso a los repositorios de papel, el de regulación de las propuestas, el de cambiarse cuando se mojan, el de abrir y cerrar puertas, …

Como veis, hay tantos recorridos como acciones llevan a cabo los niños en la escuela desde que entran hasta que se van y cada uno ellos deben estar analizado y diseñado para que sea funcional, adaptado a la edad, les dé toda la autonomía, pertenencia y nos coloque en un papel de meros observadores.

El análisis de cómo están sucediendo esos recorridos en mi espacio y qué dificultades estoy encontrando en ellos nos va a indicar cual es la mejor forma para mejorarlos. El análisis nos va a hacer pararnos a pensar en las posibles alternativas, a valorar si son viables o no, a determinar qué voy a necesitar y qué no.  

Vamos a desarrollar uno de esos recorridos que es la manera más clara de entenderlo:

En mi aula y en la mayoría de las aulas uno de los recorridos que se da es ese momento desde que entran hasta que se sientan en la asamblea. Los niños vienen de casa con sus abrigos, sus gorros, sus bufandas, sus guantes, su carpeta y algunos con las bolsas amarillas que contienen el almuerzo grupal o la ropa limpia.

En mi aula tradicional este recorrido se daba de la siguiente manera: los niños tenían dentro del aula unos ganchos muy cerca unos de otros para colgar sus abrigos y chaquetas. Esto provocaba que se cayeran al suelo constantemente provocando mucho desorden. Al estar los ganchos dentro del aula toda una pared, más medio semicírculo delante del perchero, quedaba destinado al tema de la ropa e inutilizado para cualquier otra función.

Los gorros, guantes y bufandas iban a un cesto común. La cesta común restaba a los niños de toda autonomía, ya que era yo la que tenía que destinar unos 8 minutos antes de la salida a preguntar de quién era cada prenda, esperar a que la reconocieran, rezar para que tuviera nombre y repartirla.

No existían bolsas amarillas si no que cada uno traía una bolsa de plástico diferente que inmediatamente me daban a mí junto con las carpetas y que yo dejaba encima de mi mesa de profesor para darles salida más tarde. De esta manera yo me convertía en un perchero, me encontraba con un montón de trabajo encima de mi mesa y había una clara des responsabilización por parte de los niños de sus cosas.

Para mi ambiente preparado hice el análisis de este recorrido e introduje las mejoras necesarias para que fuera lo más autónomo posible y mi intervención fuera la mínima. Para ello escribí para cada dificultad que encontraba en este recorrido una alternativa posible y lo que iba a necesitar para materializar esa alternativa. De esta manera, la alternativa para deshacerme de los ganchos dentro del aula, desocupar toda la pared y dejar de desaprovechar todo ese espacio delante del perchero fue sacar el perchero fuera del aula. Para materializar la alternativa tuve que buscar el perchero adecuado al espacio exterior del aula, pensar el material, las medidas, comparar precios, buscar proveedor, etc.

Con respecto al problema del cesto de ropa común, elegí un perchero con compartimentos individuales para guardar los guantes, etc. y para atajar el tráfico de bolsas de plástico pusimos en marcha una bolsa reutilizable y corporativa de la etapa.

Para dejar de convertirme en un perchero y acumular tareas encima de mi mesa que no me competían, diseñé otros tres recorridos dentro del aula. El de dónde y cómo dejar el almuerzo, el de dónde y cómo dejar la ropa limpia y el de dónde y cómo dejar las carpetas.

Poco a poco el análisis, la reflexión de las dificultades y la búsqueda de alternativas te van configurando el diseño de tu espacio, lo que necesitas.  Y lo que necesitas determina la búsqueda del mobiliario que mejor se va a ajustar para que el recorrido funcione.

Una mirada muy personal a la transformación personal y educativa que supone Montessori

¿Cuáles eran tus mayores miedos o inseguridades antes de comenzar?

Miedo no, pero inseguridades y más tarde autoexigencia por doquier.

Yo tengo, por desgracia o por fortuna, un proceder muy arraigado en mi vida. Cuando quiero algo, me tiro a la piscina. Es después cuando me doy cuenta de que estoy mojada, de que no tengo bañador o de que hace frío.

Pues esto fue lo que me pasó con el proyecto. No fue hasta que me vi en el aula piloto que conecté con todas mis inseguridades. Ya no era un sueño, una visión. Era una realidad. Tenía ante mí el espacio diseñado, los recorridos establecidos, el mobiliario elegido y las baldas llenas de materiales Montessori y entonces llegaron. “¿Lo haré bien? ¿Y si no se hacerlo? ¿Y si tiro a la basura toda la inversión? ¿Defraudaré a todos porque no soy capaz? ¿Sabré utilizar todo el material? ¿Conseguiré hacer las presentaciones? ¿Sabré partir de sus intereses? ¿Sabré hacerlo? ¿Habré elegido bien?”

Por otro lado, apareció la autoexigencia: tengo que esforzarme mucho, tengo que mantener el ambiente perfecto, tengo que hacer que las propuestas estén perfectas, tengo que leer más, formarme más, invertir más tiempo, seguir reflexionando, tengo que estar a la altura…

Espacio con materiales del área sensorial en niños de 3 a 6 años. Así se transforma un aula tradicional en un aula Montessori.

¿Cuáles están siendo tus mayores satisfacciones?

Hay infinitas satisfacciones, pero la mayor satisfacción es no reconocerme ya en aquella maestra que se ahogaba en un espacio sin diseño, desordenado, en carencia, que solo apagaba fuegos, supervisaba trabajos y fotocopiaba fichas.

Otra satisfacción que encuentro cada día es dejarme guiar por sus intereses.  Ya no dependo de una editorial que me marca lo que tengo que trabajar con ellos. Ahora es aquello que traen al aula, sea una pluma, una semilla, una vaina de guisantes de donde parto para realizar las propuestas y sacar materiales.

También lo es es saberme con recursos para atender eso intereses. Es decir, que, si me traen una pluma, yo tengo una lupa, tengo un catálogo de plumas, tengo plumas de aves de mis paseos, tengo materiales relacionados con las aves.

Una satisfacción más es verlos crecer en un ambiente seguro, limpio, rico, ordenado y que responde a sus momentos evolutivos. Observar como el ambiente preparado les regula, reduce el conflicto, les da pautas de cómo se hace, les contiene, les hace sentirse seguros y acogidos se agradece mucho al final del día.

Y observar el nivel de autonomía que desarrollan niños de tres años porque los recorridos están cerrados y ajustados.

También incluyo el tener claro los contenidos de las áreas porque eso me hace sentirme más competente y me otorga un orden interno que se complementa a la perfección con el orden externo del aula.

Otra satisfacción es poder sentirme más relajada ya que al estar en un ambiente preparado sientes que el ambiente trabaja por ti, te ayuda, te complementa. El espacio ya no es una dificultad más con la que tengo que lidiar cada día.

¿Qué consejo le darías a los educadores, docentes o familias que sientan que esta filosofía conecta con su visión de la infancia, pero no se atreven a dar el paso o no saben por dónde empezar?

A los docentes les diría que se enfoquen en eso que quieren porque que la vida les pondrá en el camino brindando las oportunidades, que busquen una buena formación, que lean seriamente del origen, que confíen en que cualquier cambio sea total, parcial o pequeño, con o sin presupuesto, siempre es para mejor y que “Nunca duden de que un grupo de personas pequeñas y comprometidas pueden cambiar el mundo, de hecho, son las únicas que alguna vez lo han logrado”.

A las familias les diría que no existe la escuela perfecta, pero si los docentes comprometidos. Que los apoyen.

Mobiliario de tamaño adecuado para alumnos de Eduación Infantil con materiales del área de vida práctica

¿Algo más que quieras añadir?

Me gustaría darte las gracias por esta entrevista tan bonita. Por darme la oportunidad de contar mi vivencia y por hacerla llegar a tantas personas.

Me gustaría dar las gracias a Montessori por todo lo que me ha dado y me sigue dando cada día.

Me gustaría recomendaros un libro: “Conversaciones con mi maestra” de Catherine L´Ecuyer y dejaros por aquí mi cuenta de Instagram @cristina.rinconmontessori  esperando os sirva de utilidad.

Gracias de todo corazón.

Reflexión final

En primer lugar, quiero dar las gracias a Cristina por ofrecerse a hacer esta maravilla de entrevista. No sólo por la profundidad y el detalle, sino por abrirnos su corazón en cada pregunta. De verdad que escucharte y leerte es todo un placer. Se nota el amor y el interés por la infancia y todo el esfuerzo que se esconde detrás del cambio, también a nivel personal.

Cuando decimos que la transformación Montessori es integral, que no es sólo cambiar el mobiliario del aula o poner nuevos materiales, nos referimos exactamente a esto. Montessori es una respuesta a las necesidades de los niños y de los maestros, es un giro en nuestra forma de relacionarnos con la infancia y es una verdadera maravilla cuando lo aplicamos desde Educación Infantil.

¿Qué te ha parecido? Si te animas, cuando te tomes un rato para leerla, me encantará que me dejes tu opinión en los comentarios.

¡Nos vemos muy pronto!

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