Queridos amigos:

Hoy quiero compartir con vosotros un ensayo que ha realizado una de mis alumnas del programa Montessori Transformation, Marisol Segura. Se trataba de uno de los ejercicios de reflexión finales, y me gustó tanto que llegó a emocionarme, tanto que le pedí permiso para poder publicarlo y compartirlo.

Marisol trabaja como profesora de música en Canadá, y cuenta sus vivencias respecto del trato con los niños y la evolución de su propia actividad docente, especialmente cuando conoció la pedagogía Montessori. Relata como la venda cayó de sus ojos, vio las carencias del método educativo tradicional y nos presenta una riquísima reflexión acerca de este proceso. Espero que disfrutéis de sus palabra tanto como yo lo he hecho, ¡me siento enormemente agradecida por haber podido acompañar esta transformación!

 

Montessori en las notas de Sol Mayor

En este espacio, deseo presentar claramente algunas marcas sobre mi experiencia en el Máster Montessori Transformation. Trazo estas líneas desde New Brunswick, en la Costa Este de Canadá, donde actualmente enseño a mis alumnos a ejecutar las primeras notas de su vida en un contexto mundial que nos impone a todos aprender a distancia. El principal objetivo es estimular una reflexión sobre la importancia del legado de Montessori en la educación musical. Los objetivos secundarios son, por un lado, precisar las limitaciones más evidentes de mi experiencia escolar y docente tradicionalista; y por otro, mostrar su resignificación más reciente.

Antes de comenzar en forma la exposición de mis ideas, quiero reconocer y agradecer la gran labor de la Dra. Maria Montessori. A través de sus observaciones y propuestas, pero sobre todo, de la fascinación y respeto que nos invita a sentir por el niño en su proceso de aprendizaje, nos convoca a reconocer el valor de ser un guía-acompañante presente en una parte determinante de su formación.

 

oUna singular experiencia en la educación musical

Mi experiencia en la educación musical, en la Ciudad de México donde nací y crecí, fue dentro del sistema académico tradicional. Siempre he procurado un acercamiento más amable con mis alumnos, no obstante, reconozco los errores que cometí orientada por esta formación. Afortunadamente, el prudente reconocimiento de estos errores me ha llevado a encontrar una mejor forma de aprender y enseñar. En este momento, felizmente descubro una manera diferente de hacerlo sin prejuicios. La infausta neblina por fin se ha disipado.

En 2013, trabajé en un proyefcto de orquestas infantiles en la Ciudad de México. Mi trabajo consistía en dirigir el grupo de violines. Los infantes tenían entre 9 y 11 años. Algunos acudían a escuelas Montessori. Había uno que recuerdo particularmente, Roberto era su nombre. Siempre prefería aprender a tocar sin mi ayuda y justificaba que era innecesario estudiar en casa porque ya había estudiado demasiado en clase. Era un niño muy consciente del tipo de escuela a la que asistía. Contaba que no debía hacer tareas por las tardes y que él podía escoger el área o los juegos de su preferencia. La singular emotividad de sus palabras continuamente resuenan en mi memoria. En ese momento, no entendía eso, ni tenía aún la curiosidad por investigar al respecto. Recuerdo que sentía una ansiedad insoportable por convencerlo de esforzarse más porque era un niño con talento.

La luz amarilla de una calurosa tarde de verano iluminaba el interior del aula, ellos tocaban el extracto de una pieza musical, yo iba contando los “puntos” si lo hacían “correctamente”. Aquel lúgubre silencio auspiciado por la “perfección” de mi estrategia fue interrumpido por una incrédula voz infantil mientras seriamente anotaba los puntos en el pizarrón:

¿Y para qué sirven los puntos?, preguntó Roberto sin temor a la censura.

No comprendía que era un niño que practicaba todos los días la motivación intrínseca. Recibir una recompensa por lo que hacía no tenía ningún sentido, ni lo invitaba a participar en mi programa de actividades.

El dolor del error

Dolor es la palabra que mejor resume el concepto que solía tener del trabajo: esfuerzo necesario, en contra de la voluntad o el deseo si es preciso, para obtener un excelente resultado. Proceso de enseñanza-aprendizaje para hacer, crear y recrearse humanamente a través del gusto por el juego-actividad es una definición que expresa con más claridad qué significa, en sentido estricto, trabajar en la formación de los infantes en un ambiente sano, libre de imposiciones sin sentido.

En la enseñanza tradicional, el error es un dolor que debe estimularse en los alumnos. La desaprobación de las fallas, o peor aún, su consentimiento o exhibición es una tarea que todo aquel que sea digno de llamarse docente parece estar obligado a cumplir sin necesidad de consultar un código escrito.

Montessori, propone que el infante asume el error como parte de la actividad y es justamente lo que anima a practicar hasta superarlo. Esta sensación de logro es la recompensa. El error no es un dolor, es una motivación para ensayar hasta alcanzar esa recompensa como un fin en sí mismo placentero. Si nadie lo presiona para responder y nadie desaprueba los errores de sus ensayos, nadie atrofia su voluntad para aprender y nadie deteriora su autoestima; el infante efectivamente aprende y el dolor del error no define su ambiente.

Haber formado parte de “El sistema” es relevante pero no determinante de mi formación; ha influido en mi experiencia pero no me determina. Integrar en mi práctica docente la resignificación del trabajo en el aula, a través del juego-actividad, implica un irrenunciable esfuerzo personal. Hace pocos meses, habiendo adquirido esta concepción distinta del error, puse en marcha, sin darme cuenta, una estrategia didáctica que auspició una competencia insana entre mis alumnos. Los niños sentados hicieron un ejercicio que llevaba una secuencia. Cada uno debía tocar una sola nota pero sin perder el ritmo. Si fallaban, debían ponerse de pie hasta la siguiente vuelta.

Unos días más tarde, una alumna se acerca y me pregunta con una sonrisa enorme en el rostro:

¿Podemos hacer ese juego en el que si te equivocas te pones de pie?

En su memoria quedó registrada la impresión de que equivocarse era motivo suficiente para exhibir a los perdedores. En lugar de fomentar la cooperación, alenté una competencia violenta y absurda entre ellos. Todo lo contrario a lo que Montessori propone. Hoy puedo verlo claramente todo. La transformación humana es un proceso permanente en el que es preciso aliviar el dolor del error. 

Las huellas de mi sombra

En las sociedades contemporáneas, es observable la violencia de sus dinámicas. Las marcas indelebles de esa violencia son visibles en las sombras de sus individuos. Las huellas de esas sombras no son más que vagas impresiones del yo y el sí-mismo en permanente contradicción. Las situaciones complicadas, especialmente en la infancia, suelen ser frecuentes en la vida diaria de los individuos que vivimos en ellas. La tarea de guiarse a sí mismo para interpretar las huellas de esas sombras es una tarea necesaria para nuestra actividad docente cuyo incumplimiento es inaceptable.

En esta Máster, abordamos temas sobre los que me interesó investigar a fondo. La relevancia del apego es uno de ellos. El objetivo consisitió en interpretar con verosimilitud las huellas, notas, de mi propia sombra. Es gratificante comprender sin prejuicios, mis inclinaciones personales y los temores que mis padres y maestros me heredaron. En estas notas, encontré que trabajar en la educación musical exige recordar, en todo momento, que todos tenemos un niño interior que valorar y reeducar. Preservar la inocencia de su asombro es una misión vital que todas las personas humanas, dignas de este nombre, estamos obligadas a realizar en tiempo y forma para la construcción de una paz duradera.

La disciplina positiva es un excelente medio para establecer límites y relaciones sociales más sanas y de cercanía, a pesar de las distancias y las diferencias. Es un acercamiento muy eficaz para reprogramar nuestras actitudes y acciones educativas con el objeto de comprender las vivencias de otros y promover un proceso educativo sano. Codificar el planteamiento respetuoso de nuestras intervenciones implica una cuidadosa preparación de nuestros organismos para tolerar mejor el error: aprender y comunicar mejor lo que realmente deseamos enseñar.

Darnos permiso de no ser perfectos da lugar a la comprensión de las emociones que constituyen el ambiente de nuestros alumnos, considerarlos en toda su dimensión humana. Darles voz a sus necesidades es asimilar que su opinión cuenta y es valiosa porque todos tenemos un lugar en este mundo. La obediencia ciega es absurda y contraria a la naturaleza de una persona humana. Comprender el sentido de las huellas de mi sombra me exhorta generosamente a fomentar en mis alumnos la reflexión y el respeto por uno mismo y nuestros semejantes. 

Conclusiones

El objetivo en la educación es observar y guiar el desarrollo de nuestros alumnos durante todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. La bitácora es un recurso fundamental para registrar este acompañamiento, y una forma muy eficiente de tomar distancia respecto a nuestros prejuicios y convicciones personales. La información recabada en estos registros permite evaluar su desenvolvimiento emocional y cognitivo en una línea temporal, así como planificar las clases con base en las necesidades personales de cada infante para favorecer su desarrollo. Las presentaciones de los materiales y actividades son verdaderos presentes mutuos, los docentes aprendemos de los alumnos y los alumnos también aprenden de nosotros.

Es esencial contar con la buena voluntad del infante para recibir ese presente y mostrar el significado de estos presentes, obedeciendo a la curiosidad que le pueda despertar descubrirlo y así mantener su atención para practicarlo hasta superar el reto que este implica. De la misma forma, el adulto también recibe de regreso la satisfacción de compartir el asombro y la fascinación que provoca en el niño conocer o practicar algo por primera vez; como un tesoro recién descubierto. El movimiento es el principal motor del aprendizaje en los infantes. La gratitud por la experiencia siempre envuelve al presente.

La resignificación de mi experiencia en la educación musical indica que hubo momentos en que mis propósitos pedagógicos eran completamente contrarios a una sana aproximación al mundo de la música. La educación tradicionalista de “El sistema” es un camino árido que nos condena al deterioro de nuestra condición humana. Una incoherencia constante, entre las disposiciones heterónomas institucionales y las necesidades de aprendizaje de los infantes que violenta el proceso y la singularidad de su forma de aprender.

La experiencia en esta Máster ha marcado un parteaguas en la resignificación de mi experiencia en la educación musical. Contribuir a la construcción de una genuina paz duradera es un objetivo que define una nueva etapa de mi vida. Mis alumnos tendrán la oportunidad de verse en los trazos de estas notas para detener el curso de sus pasos y dejarse guiar por las mejores huellas de mi sombra.

 

Marisol Segura Segura

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